Hablar de obsolescencia programada puede resultar algo confuso. Algunos lo entienden como algo “malo”, mientras que otros como “bueno”. Pero la realidad es una: la obsolescencia programada no es más que una estrategia comercial. Consiste en planificar la vida útil de un producto de tal forma que tras un periodo cada vez más corto de tiempo, deja de funcionar viéndonos obligados a adquirir otro.
Este hecho es especialmente relevante en los electrodomésticos de cocina, por ejemplo, si un grupo filtrante deja de funcionar hará que tu cocina se llene de humo impidiéndote o dificultando el cocinar.
¿Cuándo surge la obsolescencia programada?
La obsolescencia programada surgió en 1932 cuando Bernard London propuso acabar con la crisis de la gran depresión a través de la obsolescencia programada. Su objetivo era obligar a las fábricas a producir objetos que rápidamente se deterioraran para sustituirlos por otros nuevos para. De esta forma, reactivarían la industria y la demanda de productos. Aunque esto nunca llegó a imponerse como ley si se tomó como modelo de línea de negocio en muchas empresas. Sucedió especialmente en la electricidad, dándole menos vida a las bombillas de luz.
Para profundizar en este concepto es interesante ver el documental titulado ”Comprar, tirar y comprar” dirigido por Cosina Dannoritzer y coproducido por TVE que muestra que es la obsolescencia programada y cuáles son sus principales efectos y consecuencias.
Pero hay algo que debes tener muy en cuenta. La obsolescencia programada es el enemigo número uno de la naturaleza y del ahorro. Todos lo hemos experimentado de una manera u otra a lo largo de los años. Sin darnos cuenta, los nuevos artículos y productos cada vez duran menos y dejan de funcionar muy rápido, importando poco si los cuidamos o no.
¿Quién no ha vivido la curiosa paradoja en la que a veces te sale más económico y barato adquirir un nuevo producto que reparar el antiguo? Podemos citar muchísimos, entre ellos las impresoras, si se rompen es más barato comprar una nueva que repararla.
O quizás alguna vez te hayas visto “castigado” por este mismo efecto en un electrodoméstico de cocina. Por ejemplo, con los grupos filtrantes: si uno de estos aparatos se te estropea, no sólo tiene un coste su reemplazo, sino también su sustitución (retirada del aparato estropeado e instalación del nuevo) siendo doblemente caro.
¿Electrodomésticos para toda la vida?
Realmente son pocos los artículos que no están programados para morir. Y la pregunta que todos nos hacemos es: ¿no existe ningún aparato que pueda durar toda la vida?
La obsolescencia programada no es más que una gran trampa silenciosa para empobrecer cada vez más a la sociedad de consumo y enriquecer de manera sustancial las arcas de los productores. Son los fabricantes de estos productos los que deciden el tiempo de vida de sus artículo, Por lo tanto, sufrimos una especie de artimaña todos los consumidores día a día sin que afecte a la imagen de la empresa de forma negativa.
Pero en este sentido no todas son iguales. Hay “marcas” y “marcas”. “Fabricantes” y “fabricantes”. Y es que marcas como Indesit son sencillamente honestas con el usuario. Por ejemplo, los lavavajillas Indesit tienen, de media, una vida útil de más de 11 años. Algo más que razonable para un electrodoméstico de uso diario.
Y esto mismo ocurre con Orbegozo. La marca murciana cuida mucho sus electrodomésticos y sus deshumidificadores Orbegozo son, a día de hoy, los que más años duran con todas sus prestaciones íntegras.
La nueva moda
Una nueva moda o variante de la obsolescencia programada es la obsolescencia percibida. Aquello que nos entra por nuestros ojos y nuestras mentes al ver las grandes campañas publicitarias, aumentando la venta de productos: nos hacen entender a los consumidores que necesitamos comprar ese último modelo, creando un descontento o una frustración enorme si no logramos comprarlo.
El consumidor, o sea nosotros, pensamos que tener lo último es hacer la vida más fácil. También lo justificamos con la idea de que hay que adaptarse a los tiempos que corren y estar actualizados. Nada más lejos de la realidad: a lo mejor aún podemos usar nuestro “viejo móvil” porque al fin y al cabo funciona muy bien y cubre todas mis necesidades. Por lo que deberíamos pararnos a pensar… ¿De verdad necesito eso?
Las consecuencias de todo esto son claras: quien tenga ojos que mire, solamente es el bolsillo del consumidor el afectado. Las consecuencias psicológicas son dañinas, las pautas de consumo (comprar, usar, tirar, comprar) nos hacen desear productos que realmente no necesitamos. Y al final…¿quién gana?
Muy buenas,
Muy buen artículo, es cierto como esta sociedad consumista nos empuja a gastar y a comprar para tener lo último cuando lo que tenemos, todavía funciona perfectamente.
Los más jóvenes son los que no se dan cuenta de eso, la «obsolescencia percibida».
Gracias.
Saludos.
Alberto.
Muchas gracias Alberto.
Un cordial saludo.